sábado, 15 de abril de 2017

La imaginación Sociológica y "Todo lo sólido se desvanece en el aire" - Mills y Berman


  • Lecturas: Wright Mills, C., La imaginación sociológica, Fondo de Cultura Económica, México, 1986. “Prólogo” de Gino Germani pp. 9-20; y Capítulo 1 “La promesa” pp. 23-43.
  • Alexander, J, Las Teorías Sociológicas desde la Segunda Guerra Mundial, Gedisa, Barcelona 1995; Capítulo: “¿Qué es la teoría?”, Pp. 11-27
  • Berman, M “Prefacio” e “Introducción”, en Todo lo sólido se desvanece en el aire, Editorial Siglo XXI, México, 1989, pp. 1-27.


¿Para qué la sociología? Este interrogante, corto en extensión, pero profundo en connotación trata de ser respondido de distintas maneras por Alexander, Mills y Berman. El primero, más teórico e histórico, el segundo valiéndose del concepto de “realidad sociológica” y el último enfilando sus respuestas al contexto espacio-tiempo de la Modernidad. El presente ejercicio reflexivo en un primer momento tratará de evidenciar el insumo neurálgico de los tres capítulos, para culminar con algunas preguntas que hagan apertura a una discusión más amplia sobre la realidad de las ciencias sociales en cuento a su utilidad actual.

Antes que nada, es menester rescatar los esfuerzos de Alexander por tratar de explicar un concepto sumamente complejo como lo es la teoría. Este artificio, no es más que una “abstracción”, que tiene como requisito fundamental estar en un permanente dialogo con las realidades sociales a las que se aproxima. En efecto, las teorías son construcciones explicativas de la realidad en un espacio y un tiempo determinado. Si la teoría es contemporánea, va a explicar fenómenos actuales, por esta razón posee un rol protagónico para la ciencia social, esta será la herramienta intrínseca capaz de darle sentido a todo el material empírico recolectado por el científico.

Las ciencias sociales, son un escenario de sistemático conflicto en la discusión del “como operar”. Es por esta razón que posee variedad de corrientes, metodologías y segmentación en los objetos de estudio. La teoría, no se salva de esta disyuntiva. Por el contrario, ha sido objeto de constate debate en cuanto a su uso, función y formas de construcción. Es así, como la teoría se puede concebir como el resultado de “presunciones generales”, “orientaciones ideológicas”, “modelos”, “conceptos”, “definiciones”, “clasificaciones”, “leyes”, “proposiciones”, “correlaciones”, “supuestos metodológicos” y/u “observaciones”. Para Alexander, encasillar la teoría en cualquiera de estas categorías es un sesgo reduccionista, pues la misma se compone de todos o varios de los elementos nominados.

En estado de cosas, es relevante comprender la tendencia geográfica y temporal a la hora de construir teoría en Sociología. Es así, como el Marx de la explicación de la interacción determinada por la explotación y la división de clases sociales, el Durkheim que argumenta que las relaciones se soportan en lazos de solidaridad y el Weber, refinado en sus explicaciones de dominación como puntal de la interacción social, fueron actores activos de una Europa enquistada en la guerra. Estos personajes, brillantes en su intención de hacer ciencia social, tuvieron poco reconocimiento en su momento, pues el mundo que habitaban tenía otras prioridades. Por otro lado, la teoría social contemporánea, renace con mayor ahínco en el EE.UU de la posguerra, en donde la sociología es un emprendimiento incipiente de las diversas facultades que incentivan la producción académica. Es en este espacio, donde el funcionalismo parsoniano logra destacarse como teoría social contemporánea.
Este recuento del estado de la cuestión respecto a la construcción teórica que plantea Alexander, se articula directamente al concepto de “imaginación sociológica” de Mills. Dicho concepto es definido, como la comprensión de la existencia y evaluación del destino, tras el ejercicio de comprensión del escenario histórico y el contexto de los demás individuos que habitan con ese ser social analítico. La sociología como disciplina y la teoría como herramienta (en términos de Alexander), nacen de esa inquietud y capacidad explicativa de lo cotidiano, desde una postura crítica.

Para Mills, las tres preguntas básicas que ponen en ejercicio la imaginación sociológica son las siguientes: ¿Cuál es la estructura de esta sociedad particular en su conjunto? ¿Qué lugar ocupa esta sociedad en la historia humana? ¿Qué variedades de hombres y mujeres prevalecen ahora en esta sociedad y en este periodo? (Barca, 2014). Estos cuestionamientos, son los que posteriormente, Berman sitúa en relación con un objeto mayormente delimitado: La Modernidad. ¿Por qué? Para él, este periodo histórico es fruto de una contradicción notable: “Ser modernos es encontrarnos en un entorno que nos promete aventuras, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros y del mundo y que, al mismo tiempo, amenaza con destruir todo lo que tenemos, todo lo que sabemos, todo lo que somos” (Berman, citado por Ruiz del Olmo, 2011).

En consecuencia, este último autor sitúa en relación lo postulado por los anteriores, pues revisa teorías como la marxista, no desde el desgastado debate de conflicto de clase sociales, sino como insumo que permite evaluar el contexto histórico que habita y la trascendencia de la modernidad para la historia humana. Sin duda, Berman ejemplifica con su obra, el ejercicio del sociólogo que promueve Mills y Alexander, es decir, un individuo capaz de comprender realidades haciendo una revisión crítica de los autores que han tratado de explicarla, siendo juicioso, en revisar la historia y las implicaciones de esta en el comportamiento de los individuos que cohabitan el espacio de científico.
En definitiva, los aportes de estos tres autores al ejercicio del científico social son bastos. Por un lado, promueven una sistemática reflexión y crítica de las realidades a las que se aproxima el sociólogo, planteando preguntas a profundidad y valiéndose de modelos explicativos, ya sean clásicos o contemporáneos. Por otro, ejemplifican el accionar juicioso de la aproximación sociológica, revisando de manera detenida periodos actuales, comprendiendo así, sus virtudes y desmanes. Cabe preguntarse lo siguiente: ¿qué tan relevante es para la actual sociedad una revisión teórica seria, cuando lo que generalmente promueven los gobiernos, son las explicaciones empíricas, tomando la evidencia estadística como argumento legítimo de explicación (algunas veces manipulándola)? ¿La imaginación sociológica, solo debe estar presente en el sociólogo, o es un ejercicio que debe difundirse en instituciones como la familia y la escuela? ¿Cómo individuos somos conscientes de las ventajas y desventajas de ser hijos de la modernidad y estar situados en un escenario de posmodernidad?

En conclusión, la invitación de Alexander, Mills y Berman, es a la consolidación de individuos más críticos, con una intensión de agudizar su sentido científico para ampliar su espectro explicativo y finalmente, mejorar las condiciones en que se vive, siendo conocedor de la historia y de la realidad que se habita. La imaginación sociológica, no debe ser un accionar desarrollado desde los programas de pregrado o posgrado en las facultades de sociología, debe ser un acto cotidiano difundido desde el hogar y el colegio, retomando el planteamiento aristotélico del animal político. ¿Para que la sociología? Para comprender, explicar e interpretar nuestras realidades sociales, con el objetivo de enfrentar su dinamismo, haciendo frente a las desgracias y tomando con prudencia los atributos de la sociedad.
  • Referencias


Barca, A. (2014). La imaginación Sociológica: la promesa. Blog: Socio (filo). En busca de la solidaridad. Recuperado de: http://lpmnoentiendonada.blogspot.mx/2014/05/mills-la-imaginacion-sociologica-la.html
Ruiz del Olmo, F. (2011). Reseña de "Todo lo sólido se desvanece en el aire" de Marshall Berman. Razón y Palabra, vol. 16, núm. 75, febrero-abril. México.

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