Simmel G. (1908), La metrópolis y la vida moral. (Bifurcaciones, número 4. 2005), pp. 1-10.
Una de las principales razones por la cual la Sociología es una de mis Ciencias Sociales favoritas, después de la Ciencia Política, es porque permite comprender realidades cotidianas a través de la sistematización conceptual juiciosa de lo que se vive, de lo que reproducimos sin mayor reparo, de la normalidad. Interpretar estas características de nuestro actuar en relación con el otro permite explicar los fenómenos que nos pueden llevar a inconformidades, a pugnas, a desmanes, al conflicto. Simmel, discípulo de Max Weber, Doctor en filosofía (1908, 1918) es un claro ejemplo de lo anteriormente afirmado. Su foco de análisis descansa en lo urbano y lo cultural, dando continuidad al individualismo metodológico emprendido por su maestro. La presente reflexión reposa sobre la base de los dos puntos a desarrollar enunciados a continuación: primero, una breve reseña de su pensamiento producto de lo interpretado en las dos lecturas.
Simmel (1908) parte su análisis en el Berlín del siglo XIX. Su objeto de estudio, es el denominado por él como el urbanita. ¿Qué es lo que le interesa saber de su objeto? Su personalidad, en un contexto de modernidad. Es decir, se analiza un individuo capitalista, especializado en una actividad económica, indiferente y reservado, en últimas, se observa a un individuo de pensamiento liberal2. Aunque nomina elementos cercanos a la economía, no la toma como una categoría determinante de su investigación como si lo hizo Marx al verla como un determinante en su materialismo histórico y Weber parcialmente desde su enfoque comprensivo, su interés transita entre la cultura y la psicología. En este orden de ideas, su análisis parte de la siguiente pregunta: ¿Cómo la personalidad se ajusta a las exigencias de la vida social? Para dar respuesta a este interrogante, el autor toma como primer referente la individualidad. La ciudad, bajo sus condiciones de metrópoli, con una vida económica monetaria, sitúa al dinero como protagonista simbólico representante de la racionalidad que demarca las relaciones entre personas.
Así las cosas, Simmel recurre constantemente a la comparación entre dos contextos completamente disímiles: la urbe pequeña y la metrópoli. En la primera, la individualidad es más difusa, pues en términos coloquiales los demás viven pendientes de lo que se hace, dado que las relaciones de cooperación, empatía o incluso enemistad, son más marcadas. Por el contrario la urbe grande o metrópoli, desarrolla en el individuo la intensificación de sus estímulos nerviosos, gestando lo que el autor conceptualiza como la actitud blasée. Esta última es abordada como “un mecanismo de defensa en donde las relaciones entre unos y otros se configuran en un marco de indiferencia, así las cosas se perciben de forma opaca y grisácea” (Sabido, 2016).
La doctora Sabido (2016) en su conferencia para el seminario de “Sociología del Cuerpo” en la UNAM nos brinda varios elementos importantes que nos ayudan a comprender a Simmel. En obras como filosofía y psicología del dinero, este método de intercambio rebaza su trascendencia como herramienta económica, pues excede su función de medio, para convertirse en un fin. Así pues, contrario a las clases sociales marxistas en donde se comprende la división de la sociedad como el conjunto conformado por burguesía, proletariado y lumperproletariado, o a la clasificación weberiana de tipologías de acuerdo a la dominación burocrática, la sociedad se divide en dos tipos de usuarios: el avaro y el derrochador. El primero como consumidor moderado o nulo y el segundo como consumidor compulsivo. Simmel al igual que Marx, sitúa al dinero como uno de sus principales focos de análisis, la diferencia radica en que el padre del socialismo científico lo ve desde lo macro, como factor determinante de las brechas de clase, por el contrario, Simmel lo observa desde lo individual, como precursor de conductas determinadas por las emociones que se generan al poseerlo.
Como anexo importante, es perentorio agregar desde la argumentación de Sabido (2016) que la Sociología es entendida para Simmel como la ciencia encargada de entender la interacción de los individuos en un marco de acción recíproca, definición que coincide fuertemente con la acción social de Weber, definida como las acciones con un sentido hacia los demás y que dista a su vez del hecho social de Durkheim, pues para este son las instituciones determinando el comportamiento del individuo. Esa acción recíproca que Simmel plantea, tiene en cuenta elementos sumamente subjetivos como las emociones, esto se evidencia en una actitud condicionada hacia los demás, con ejemplos ya explicados como la actitud blasée y su clasificación de la emocionalidad de acuerdo a formas y contenido, la primera como interacción de efecto recíproco y la segunda como acción sin respuesta.
Sin duda, con este recorrido por autores como Marx, Weber y Simmel, es fácil realizar el ejercicio de intuición que permite visualizar el conflicto desde una perspectiva que desciende de lo macro a lo micro. Para Marx el conflicto tiene sus raíces históricas determinadas por los factores de producción, para este autor, el que posee los medios de producción es quien domina. Por su parte, para Weber, se conserva la dominación, pero no se limita a lo económico, puede ser entendida desde una visión más política en donde la misma se legitima por el dominado sobre la base de unas dinámicas que se configuran en un marco de legalidad, tradición o carisma.
Finalmente para Simmel el conflicto está ligado a unas actitudes y/o hábitos propios de la cultura que se supeditan al contexto en el cual habitan los individuos, la racionalidad propia de las grandes urbes y el capitalismo construyen individuos solitarios, poco prestos a la cooperación, en últimas se vive en una indiferencia necesaria para la construcción de un proyecto de vida individual, en una necesidad de poder vivir, pues no es posible absorber todas las problemáticas que se puedan desarrollar cuando estamos fuertemente preocupado por los demás. Para ejemplificar lo dicho, pienso en nuestra actitud hacia los animales en condición de calle, en los vagabundos, en los desplazados por la violencia, en todos estos problemas sociales juntos que observamos solo con salir del confort de nuestro hogar, asumiendo una actitud de cuasi obligatoria indiferencia. Si no fuera así, simplemente la depresión o el exagerado altruismo no nos dejarían vivir, pues donaríamos todas nuestras cosas a los necesitados o tendríamos 50 perros en nuestro hogar. Veo en Simmel un conflicto que se desarrolla gracias a la ausencia de cooperación.
Sin embargo, es menester recordar, que sus análisis son para la Alemania del siglo XIX, sería interesante saber su margen de aplicación en sociedades como la mexicana o la colombiana. Por ejemplo, algunos estudiantes de la Universidad Iberoamericana (Villaverde, 2014) realizaron algunos experimentos sociales poniendo en práctica estas teorías y concluyeron que el individuo mexicano tiene a estar más interesado por su semejante, conservando aún sentimientos de preocupación y cooperación dada coyunturas y acontecimientos esporádicos propios de la cotidianidad.
Referencias
Sabido, Olga. [Canal instituto de investigaciones sociales]. (29 – 02- 2016). Emociones, sentimientos y afectos en Georg Simmel: La "gran" y la "pequeña" sociología. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=EAEJhIH7I1w.
Villaverde, Cecilia. [Cecilia2vil]. (3 – 12 - 2014). Experimento Social Simmel. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=g1mXUqlaIvQ
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